Incendio en el Bon Pastor: otro coche calcinado en un aparcamiento hecho vertedero

Incendio en el Bon Pastor: otro coche calcinado en un aparcamiento hecho vertedero

Incendio en el Bon Pastor: otro coche calcinado en un aparcamiento hecho vertedero.

La desidia institucional convierte la calle de Lima en una bomba de relojería para los vecinos

No es la primera vez. No será la última. Una noche más, un coche reducido a cenizas, un nuevo sobresalto en la madrugada y, por supuesto, el mismo silencio ensordecedor por parte de quienes deberían poner orden. El barrio del Bon Pastor, ese rincón obrero y honesto de Barcelona, vuelve a aparecer en los titulares, y no precisamente por una inversión millonaria o una mejora urbanística. Esta vez, la noticia es el fuego.

A las 01:00 de la madrugada, mientras medio barrio dormía, el rugido de las llamas despertó a los más cercanos al aparcamiento situado en la calle de Lima. Allí, un vehículo estacionado —otro más— fue devorado por el incendio. Totalmente calcinado. Como si la chatarra ardiese con más rabia cuando nadie la reclama. Las imágenes hablan por sí solas: un amasijo de hierro negro y retorcido que hasta hace unas horas era un coche.

La Guardia Urbana apareció con puntualidad habitual, es decir, cuando ya no había mucho que hacer más allá de acordonar y mirar. Una grúa retiró lo que quedaba del vehículo carbonizado mientras los vecinos observaban, no con sorpresa, sino con resignación.

Un aparcamiento que ya es vertedero, y un vertedero que es amenaza constante

Luis Carmelo, representante de la asociación de vecinos AVIS del Bon Pastor, lo resume sin tapujos: “Esto ya es un vertedero, no un aparcamiento”. Y razón no le falta. Empresas de obra, particulares sin escrúpulos, camiones que descargan al amparo de la noche: todo tiene cabida en este solar que, en teoría, es de uso público.

Escombros, residuos de obra, basura doméstica e incluso muebles viejos han sido abandonados a plena luz del día. Como si esa zona hubiese sido expulsada del mapa oficial de la ciudad. Allí no se limpia, no se vigila, no se controla. Solo se quema. Porque ya van tres coches calcinados en poco más de un año.

Uno se pregunta si alguna autoridad —municipal, autonómica o de Marte— se ha pasado por ahí recientemente. Y si lo han hecho, ¿han bajado del coche oficial o simplemente han mirado desde la ventanilla, con la nariz tapada por la hedionda mezcla de plástico derretido y abandono institucional?

La prevención brilla por su ausencia: el extintor como último recurso

En este contexto de dejadez, de tierra de nadie, hablar de medidas de prevención suena a chiste malo. Pero es justo aquí donde conviene recordar lo básico. Porque si de verdad a alguien le importa evitar una tragedia mayor, hay que empezar por lo más elemental: tener un extintor a mano. Sí, un simple extintor puede marcar la diferencia entre un susto y una catástrofe.

Porque cuando una chispa salta en un entorno lleno de escombros, bidones abandonados y restos inflamables, el fuego no pregunta. Solo actúa. Y no espera a que venga el camión de bomberos. Quien lo haya vivido sabe que en esos primeros minutos cada segundo cuenta. Y si alguien en el vecindario hubiese tenido la posibilidad —y el equipo— de contener las llamas, quizá hoy estaríamos contando otra historia.

El mini extintor coche: ese gran olvidado en los maleteros de España

Y hablando de medidas que cuestan poco y salvan mucho: ¿cuántos de nosotros llevamos un mini extintor coche? Ya no por si el motor se sobrecalienta, sino para evitar que una pequeña ignición convierta tu coche —o el del vecino— en una antorcha rodante. Porque sí, el fuego no distingue si el coche es nuevo o viejo, si es diésel o eléctrico. Solo necesita oportunidad. Y aquí, en el Bon Pastor, se le dan todas.

El mini extintor para coches, compacto y fácil de usar, debería ser tan obligatorio como el chaleco reflectante. Pero no, aún seguimos viéndolo como un accesorio opcional, como algo que “no pasa nada si no lo tengo”. Hasta que pasa. Y entonces vienen los reportajes, los lamentos y los “a ver si ahora se hace algo”.

Dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor

¿dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor? La legislación es clara —cuando quiere— pero limitada. En vehículos destinados al transporte de personas con más de nueve plazas, y en los de mercancías de más de 3.500 kg, el extintor es obligatorio. También lo es en talleres, garajes colectivos o instalaciones industriales. Pero, ¿y el resto? ¿Qué pasa con esos aparcamientos públicos convertidos en vertederos? ¿Qué pasa con el vecino que aparca su coche junto a una montaña de maderas viejas?

Pues pasa esto: quema, destrucción, y nadie responde. No hay seguro que cubra el abandono institucional, ni protocolo que valga cuando todo arde en cuestión de minutos. Deberíamos empezar a pensar en la obligatoriedad del extintor en más espacios públicos, especialmente en zonas como esta, donde el riesgo es una realidad cotidiana.

Vecinos que claman en el desierto

Mientras las autoridades se pierden en trámites y promesas que nunca llegan, los vecinos del Bon Pastor siguen cargando con la impotencia y el miedo. Porque no es solo cuestión de coches quemados. Es la sensación de que nadie cuida ese pedazo de ciudad. De que ahí no llegan los presupuestos, ni los planes urbanísticos, ni la decencia mínima.

Y no es por falta de denuncia. Hace más de un año, medios locales ya alertaban de la acumulación de residuos en el solar. También entonces se habló de coches abandonados, de camiones descargando impunemente. ¿Qué se ha hecho desde entonces? Lo evidente: nada.

Los coches siguen ardiendo, los residuos siguen creciendo y la desidia sigue ganando terreno. El Bon Pastor, mientras tanto, se convierte en el escaparate de la inacción, en el ejemplo perfecto de cómo se normaliza el abandono cuando ocurre lejos del centro.

Una ciudad que se parte en dos

Barcelona presume de vanguardia, de smart city, de sostenibilidad y de modernidad. Pero todo eso se viene abajo cuando uno pone un pie en lugares como la calle de Lima. Allí, el humo negro de un coche calcinado es la verdadera fotografía de la ciudad que algunos prefieren no ver.

Y es que esta ciudad no es una sola. Hay dos Barcelonas: la que recibe premios internacionales por su diseño urbano… y la que arde en silencio, noche tras noche, sin que nadie mueva un dedo.

Es hora de exigir responsabilidades, de dejar de mirar para otro lado. Porque si no lo hacemos, el próximo incendio no será solo de coches. Será de conciencia. Y eso no se apaga con un cubo de agua.