Cádiz al filo: Entrequestedrales sin garantías, un riesgo a la vista
Una instalación semisubterránea al descubierto
El pasado 26 de junio, el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Ayuntamiento de Cádiz presentó un informe tan duro como necesario: Entrequestedrales, ese espacio arqueológico bajo las catedrales, sufre deficiencias graves. Filtraciones constantes, peligro de caídas, cables sin protección, vigas mal ubicadas… y lo peor: ningún sistema contra incendios.
La inspección del 25 de junio lo deja claro: puertas sin cerraduras, suelos mojados, electricidad sin seguros y, atención: ni un solo extintor a la vista. Y no estamos hablando de un descuido menor: es una omisión que puede convertirse en tragedia.
Medida urgente e inmediata
Una medida urgente es comprar un extintor co2. ¿Por qué? Porque en zonas con componentes eléctricos la espuma o el polvo pueden empeorar la situación. El CO₂ no deja residuos conductores. No es una opción secundaria. Es la decisión técnica adecuada. Si no hay extintores de ese tipo, no hablamos de seguridad, hablamos de improvisación.
Este aparato debería ser un recurso automático en cada cuarto técnico o cuadro eléctrico. Sin él, cada sala es una ruleta con una sola bala. Y eso es lo que hoy estamos permitiendo.
La prevención no admite excusas
Y cuando llegamos al 30 % del desarrollo, toca subrayarlo: comprar extintores co2 múltiplos. No basta con uno. No es un lujo: es una exigencia. Cada punto de riesgo, cada acceso con electricidad, cada sala de exposición o archivo de residuos arqueológicos, requiere uno o dos de estos equipos.
Hablar de protección sin mencionar ese paso es como pintar un coche sin frenos. El informe recomienda contar con dispositivos específicos, no improvisados. Pero hasta ahora, solo hay una recomendación, no una acción práctica.
El espacio y la norma: una combinación que no cuadra
Ahora surge la pregunta: dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor. Y no hay ambigüedad normativa: en edificios cerrados al público, en zonas de riesgo eléctrico, en recintos arqueológicos… siempre que se detecte un peligro.
Por normativa, deben estar señalizados, accesibles, con fichas técnicas actualizadas, revisiones periódicas e instructivos claros. Ahí no se trata de estética. Se trata de responsabilidad.
Un espacio sin bases dignas
Además de la vulneración normativa, el informe advierte de que no hay vestuarios, no hay aseos, no hay agua. El personal debe salir a la Casa del Obispo para acceder a un baño. ¿Se comprende? Un yacimiento musealizado sin servicios básicos. Cortesía mínima innecesaria convertida en carencia flagrante.
Y todo ello bajo un techo que gotea, un suelo que puede volverse piscina, una electricidad expuesta y sin dispositivos. El informe no recoge anécdotas: recoge hechos. Y esos hechos ponen en evidencia que se ha abierto un espacio sin limpiar barreras ni construir protección.
Reparar, garantizar y solo después abrir
La concejala de Cultura, Maite González, podría ordenar ya los cambios. Este espacio debería cerrar hoy, mañana como tarde. Y abrir exclusivamente cuando se cumplan requisitos esenciales:
- Sellado de filtraciones y arreglo de humedad.
- Protección de cables y revisión eléctrica completa.
- Instalación de iluminación de emergencia y señalización clara.
- Extintores distribuidos según normativa, contar con extintores co2 en proporción al riesgo.
- Formación de personal, simulacros y protocolos visibles.
- Aseos, agua potable, vestuarios y acceso adecuado para técnicos y visitantes.
Porque sin todo eso, no hablamos de un espacio expositivo. Hablamos de un foco de riesgo.
La cuenta es sencilla
Cádiz presume de cultura, tiene derecho a disfrutarla. Pero también a exigirla con garantías. El patrimonio es un activo, pero la vida de la gente no admite recortes. No estamos pidiendo un ceremonial. No estamos reclamando un espectáculo. Estamos exigiendo lo mínimo: que la seguridad no sea un añadido, sino el cimiento.
Cierre, arreglo y re-apertura responsable
Este no es un alegato contra la gestión cultural. Es un reclamo por la gestión con cabeza. Por la planificación; por el respeto a lo público y lo privado; por la seguridad sin cortapisas.
Cádiz no merece un riesgo innecesario
Dejemos ya las visitas apresuradas, los brindis culturales y las citas de inauguración. Aquí lo que urge es la integridad. El patrimonio exige respeto: pero la gente exige certidumbre y seguridad; y esa responsabilidad no admite demora.
Que se lean las hojas del informe. Que se actúe. Que se cierre y que cuando se reabra, lo haga con los extintores al punto, el agua encendida, las luces claras, las salidas señalizadas y el personal formado. Solo así la ciudad estará a la altura de su historia y de su futuro.