Explosión de fuego, humo negro y un recordatorio urgente: la seguridad no es opcional

Explosión de fuego, humo negro y un recordatorio urgente: la seguridad no es opcional

Explosión de fuego, humo negro y un recordatorio urgente: la seguridad no es opcional

Tarragona se quedó sin aliento el 21 de julio, a eso de las cinco de la tarde, cuando el rugido de un motor fue reemplazado por el crepitar de las llamas y una columna de humo negro que cortaba el cielo como cuchillo en mantequilla. Un turismo ardía en plena vía, en movimiento, como si el mismísimo infierno lo impulsara hacia adelante.

El reloj marcaba las 17:08 horas cuando los servicios de emergencia recibieron el aviso. Rápido, como debe ser cuando el fuego no espera, tres dotaciones de los Bomberos de la Generalitat salieron disparadas al lugar de los hechos. No era un simulacro, no era un malentendido: un vehículo en marcha se había transformado en una tea viviente y ya comenzaba a lamer con furia la estructura de una furgoneta aparcada cerca, que por desgracia no tuvo tiempo de escapar.

Las llamas devoraron por completo el coche afectado, reduciéndolo a un amasijo de hierros ennegrecidos. A la furgoneta le arrancaron media vida. Por fortuna, no hubo heridos. Solo el susto, la impotencia y una pregunta que sigue repitiéndose como una campana maldita: ¿y si me pasa a mí?

¿Y si hubiese habido un extintor a mano?

En mitad del caos, entre gritos, móviles grabando y sirenas, nadie sacó un extintor. O quizá no había. Y no es de extrañar. Muchos conductores circulan como si la seguridad fuera una cuestión de suerte, como si el fuego respetara el calendario o el horario de oficina.

Aquí es donde entra la prudencia, la prevención y ese gran olvidado: el extintor 3 kg, ese pequeño gigante que, si está bien colocado y a tiempo, puede marcar la diferencia entre una anécdota y una tragedia.

El extintor de 3 kg no ocupa un maletero, no estorba bajo un asiento, y sin embargo puede contener una emergencia que, en segundos, podría extenderse al resto de vehículos, a una gasolinera cercana o a una zona arbolada.

El fuego no avisa. Pero tú sí puedes estar preparado.

Extintores ABC: la defensa universal

Pasado el susto, y con los cristales aún humeando en la calzada, no está de más hablar con claridad: los extintores abc no son una opción decorativa, son un deber moral.

¿Por qué ABC? Porque apagan fuegos de tipo A, B y C, es decir, materiales sólidos como papel y plástico, líquidos inflamables como gasolina, y gases combustibles como el propano. Vamos, lo que hay en cualquier vehículo promedio.

Y si no se tiene uno, se está, literalmente, circulando con una bomba de relojería bajo el asiento.

Los extintores ABC no solo son eficaces, sino versátiles. Su polvo químico actúa sofocando la combustión, aislando el oxígeno del combustible, y evitando que las llamas se reaviven. Son fáciles de usar, incluso bajo presión, y su coste —vamos a decirlo claro— es irrisorio comparado con los daños que puede evitar.

Obligatorio tener un extintor

¿dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor? Este tipo de preguntas debería estar grabado en letras grandes en la puerta de cada garaje, en la entrada de cada parking subterráneo y en la memoria de todo conductor responsable.

En vehículos industriales, camiones, autobuses y autocares, su presencia no es negociable: es obligatoria por ley. En viviendas unifamiliares o comunidades de vecinos, su exigencia depende del uso del inmueble y del número de plantas. Pero la verdadera pregunta no es “si es obligatorio”. La verdadera pregunta es: ¿por qué no lo tienes ya?

Porque cuando las llamas trepan por el capó o el aceite en la cocina salta a la campana extractora, no vas a tener tiempo de llamar a emergencias y esperar. Vas a tener segundos. Y esos segundos se ganan o se pierden según lo que tengas a mano.

La intervención de los bomberos: rápida, pero insuficiente si no se actúa antes

Volvamos a Tarragona. El coche ardía. La furgoneta sufría. Y los bomberos hicieron su trabajo con profesionalidad y precisión quirúrgica. Pero llegaron cuando el daño ya estaba hecho. Llegaron a salvar lo que quedaba. A evitar males mayores. No llegaron para evitar el incendio. Porque eso, amigos, era cosa del conductor.

Nos guste o no, la prevención es personal. Es individual. Y empieza con gestos tan simples como llevar un extintor de 3 kg en el coche, revisar su carga y comprobar su caducidad una vez al año. No cuesta. No pesa. No estorba. Pero salva.

La responsabilidad civil y penal en casos de negligencia

Un dato que no se comenta mucho, pero que conviene tener presente: si el incendio de tu vehículo afecta a otros —a personas, a coches cercanos, a mobiliario urbano— y se demuestra que no llevabas las medidas mínimas de seguridad… te enfrentas a sanciones severas.

Desde responsabilidad civil que implique pagar los daños, hasta responsabilidad penal en caso de víctimas. Y todo eso por no invertir unos pocos euros en un extintor homologado.

El fuego no da segundas oportunidades

Lo de Tarragona fue un aviso. Un recordatorio de que la vida da giros inesperados. Y de que muchas veces ese giro puede evitarse con un gesto simple: equiparse bien, revisar lo necesario, actuar con responsabilidad.

Porque cuando las llamas aparecen en el retrovisor, no hay marcha atrás. Solo queda correr. O apagar.

Más vale prevenir con un extintor que lamentar entre cenizas.