El calor no es excusa: los sindicatos exigen acción y protocolos reales

Prevención térmica igual de importante que la prevención de incendios

El calor no es excusa: los sindicatos exigen acción y protocolos reales

Trabajar a 40 grados no es épica, es una falta de responsabilidad

Zaragoza arde. Literalmente. No es una metáfora ni una exageración de tertuliano. Es una realidad palpable en cada esquina, en cada calle y sobre todo, en cada obra y nave industrial donde todavía hay gente trabajando a pleno sol, sin sombra, sin pausa y, lo que es más grave, sin protección. Y no hablamos de cascos o botas. Hablamos de algo más básico: el derecho a no jugarse la salud por cumplir un horario.

Los sindicatos lo han vuelto a decir alto y claro: o se aplican protocolos de prevención contra el calor, o esto va a terminar mal. Porque no se trata de una ola de calor puntual, se trata de una constante que, año tras año, se cobra víctimas, produce desvanecimientos y colapsos, y deja en evidencia lo que muchos quieren tapar: la falta de preparación ante lo evidente.

La cultura de la prevención brilla por su ausencia

A estas alturas, no se entiende cómo todavía hay que explicar que el calor extremo es un riesgo laboral grave. No se trata de comodidad, se trata de salud. Igual que uno no se plantea si debe llevar cinturón en el coche o casco en la moto, tampoco debería plantearse si hay que adaptar horarios, habilitar zonas de sombra o parar tareas cuando el sol parte la tierra.

Y tampoco debería ser tan difícil comprar un extintor o instalar un sistema básico de prevención de incendios en cualquier espacio laboral. Porque los riesgos no se eligen, pero la forma de afrontarlos, sí.

El extintor polvo ABC 6 kg: pequeño, pero decisivo

De poco sirve hablar de seguridad si no se actúa. Lo saben bien quienes trabajan rodeados de maquinaria, cables, productos inflamables o espacios cerrados. En esos casos, tener un extintor polvo ABC 6 kg no es una opción: es una necesidad. Un equipo barato, eficaz y polivalente que puede detener un desastre en segundos.

Y no hablamos solo de instalaciones industriales. Oficinas, trasteros, cocinas de restaurante o almacenes de barrio deberían contar con uno. Y no por cumplir el expediente, sino por pura lógica. Porque cuando algo arde, ya no hay tiempo de llamar a nadie. Solo de reaccionar.

Obligatoriedad del extintor

¿Dónde y cuándo es obligatorio tener un extintor? La legislación lo deja bastante claro: toda actividad con riesgo de incendio debe contar con medidas activas de extinción, es decir, con extintores accesibles, revisados y en cantidad suficiente según la superficie. Es obligatorio en locales comerciales, oficinas, talleres, comunidades de vecinos, garajes, y ni que decir tiene, en cualquier nave industrial.

También en viviendas si se realiza en ellas una actividad económica, y por supuesto, en vehículos especiales o maquinaria agrícola.

Pero más allá de la normativa, la pregunta real es: ¿por qué esperar a que sea obligatorio para hacer lo correcto?

El calor multiplica los riesgos: deshidratación, errores humanos e incendios

Cuando el cuerpo se satura de calor, falla. La concentración baja, los reflejos se entorpecen y las decisiones se ralentizan. En ese estado, manejar herramientas, cargar peso o manipular materiales inflamables es jugar a la ruleta rusa. Y lo peor es que a veces no es el cuerpo el que falla, sino las instalaciones.

Un ventilador sobrecalentado, un motor expuesto al sol, una caja eléctrica sin mantenimiento… Todo puede ser la chispa que lo cambie todo. Y entonces, el incendio deja de ser un concepto abstracto para convertirse en una llamarada real.

Los sindicatos no piden heroicidades, piden cordura

UGT y CCOO han sido tajantes: hace falta un protocolo claro para combatir el calor extremo en el trabajo. Y no solo en obras o campos. También en fábricas, hospitales, cocinas, almacenes logísticos, repartidores y transporte público. Todos esos sectores donde la gente sigue trabajando mientras otros se refugian bajo el aire acondicionado.

Revisar horarios, imponer pausas obligatorias, garantizar agua fresca, formar al personal en detección de síntomas y, si hace falta, paralizar tareas. Porque si el entorno no es seguro, no se debe trabajar.

Las empresas que no actúan hoy, lamentarán mañana

No vale decir que “no sabían”. Las alertas se activan con días de antelación. Los medios lo anuncian, los sindicatos lo reclaman, los trabajadores lo sufren. Quien no toma medidas es porque no quiere. Porque prefiere mirar para otro lado mientras los demás aguantan el tirón.

Y no hablamos de inversiones millonarias. Comprar un extintor, adaptar un turno, instalar una lona, ofrecer agua fría… no cuesta nada. Pero puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.

El calor no avisa, castiga

El verano ha llegado para quedarse, con sus récords, sus avisos meteorológicos y sus consecuencias. La diferencia, como siempre, la marcará quien esté preparado y quien no.

La prevención no es un trámite. Es un acto de responsabilidad, de respeto y de humanidad. Porque trabajar no puede costar la salud. Ni la vida.