Nuevos criterios urbanos que redefinen la seguridad contra incendios en viviendas y trasteros

Nuevos criterios urbanos que redefinen la seguridad contra incendios en viviendas y trasteros. Actualización normativa

Nuevos criterios urbanos que redefinen la seguridad contra incendios en viviendas y trasteros. Actualización normativa y evolución del riesgo en las ciudades. 

En las últimas décadas, la configuración de las ciudades ha cambiado de forma acelerada. La proliferación de trasteros de alquiler, los nuevos modelos de vivienda turística y la diversificación del uso de los espacios interiores han modificado por completo los parámetros que determinan la seguridad en caso de incendio. Ante esta realidad, la reciente revisión del Código Técnico de la Edificación (CTE) introduce una reforma profunda que afecta a los edificios de nueva construcción y a las rehabilitaciones integrales, elevando las exigencias en materia de compartimentación, evacuación y resistencia al fuego.

La modificación del Documento Básico de Seguridad en caso de Incendio (DB-SI) ya es de aplicación obligatoria y supone un salto cualitativo en la forma en que se diseñan los espacios comunes, especialmente en aquellos inmuebles donde existe un tránsito elevado de personas que no conocen el edificio, lo que incrementa la presión sobre los sistemas de evacuación.

Impacto de los nuevos usos y retos para la edificación

La incorporación del llamado «uso almacén» en edificios residenciales se ha convertido en una necesidad urgente. Este cambio reconoce oficialmente la presencia creciente de zonas de almacenamiento independientes de las viviendas: módulos de alquiler, mini almacenes internos, zonas comunitarias reconvertidas o espacios anexos a bajos comerciales que hoy se dedican a guardar enseres, herramientas o mercancías de pequeña escala.

Según la normativa, estos espacios deberán integrar soluciones adicionales como sistemas de detección automática, mejoras en resistencia al fuego y elementos de separación que eviten la propagación del humo hacia zonas de circulación. La actualización también redefine el concepto de “salida de planta”, obligando a cerrar o compartimentar escaleras que antes podían considerarse abiertas y operativas para la evacuación.

Adquisición de equipamiento esencial para la seguridad: necesidad de garantizar disponibilidad

En este contexto, los propietarios, comunidades y gestores de edificios deben reforzar sus medidas de autoprotección, lo que incluye la revisión y mejora del equipamiento contra incendios existente. Acciones como comprar extintores adecuados al nivel de riesgo del inmueble se convierten en una parte imprescindible de las obligaciones preventivas que exige la normativa actualizada. La elección del tipo, la correcta instalación y la ubicación estratégica de estos equipos es ahora un elemento clave en la gestión del riesgo en trasteros, zonas comunes y viviendas de uso turístico.

Refuerzo de sistemas específicos y adaptación a riesgos emergentes

La aparición de nuevos hábitos urbanos —mayor rotación de usuarios, presencia de materiales combustibles en espacios no diseñados originalmente para almacenaje y aumento del número de estancias interiores sin ventilación directa— exige que los edificios integren dispositivos de mayor eficiencia. Entre los más relevantes destacan los extintores co2, especialmente útiles en espacios donde puedan producirse incendios de origen eléctrico o donde la presencia de gases limpios de extinción resulte prioritaria para no dañar equipos o materiales sensibles. La normativa actual no solo recomienda su instalación, sino que obliga a evaluar con rigor los riesgos internos para seleccionar las soluciones más eficaces y adaptadas a cada caso.

Implementación de sistemas de protección activa y exigencias técnicas

La reforma también pone el foco en los dispositivos de actuación inmediata en caso de fuego. La proteccion activa contra incendios adquiere un papel esencial, ya que complementa la compartimentación arquitectónica y garantiza una reacción temprana frente a cualquier conato. Esta protección abarca desde los sistemas automáticos de detección y alarma, hasta las instalaciones fijas de extinción y los registros de mantenimiento, cuya actualización debe ser constante. En edificios con trasteros alquilados o viviendas turísticas —donde el desconocimiento del espacio puede dificultar las maniobras de evacuación—, disponer de estos sistemas deja de ser un valor añadido para convertirse en una obligación funcional.

Requisitos para trasteros y espacios independientes

Los espacios de almacenamiento ajenos al uso residencial habitual presentan riesgos específicos derivados de la presencia heterogénea de materiales combustibles, la falta de control del contenido y la diversidad de usuarios. Para responder a estas situaciones, la normativa exige:

  • Independencia clara respecto a las zonas comunes.
  • Vestíbulos de independencia para evitar la entrada de humo en pasillos y escaleras.
  • Incremento del grado de resistencia al fuego en puertas, tabiques y techos.
  • Sistemas automáticos de detección y, en casos determinados, extinción fija.
  • Limitación en la superficie y configuración interior de los módulos de almacenamiento.

Con estas medidas, se busca garantizar que el fuego no se propague rápidamente y que la evacuación sea posible incluso en situaciones de baja visibilidad o de presencia de múltiples usuarios inesperados.

Reconfiguración de escaleras y salidas de planta

Uno de los cambios más relevantes es la redefinición de las escaleras abiertas, que dejan de ser consideradas salidas de planta válidas en la mayoría de los edificios de viviendas. Esta actualización obligará a cerrar o compartimentar estas zonas para impedir que el humo invada las rutas de evacuación. Asimismo, también se redefinen los criterios para computar las salidas de planta, lo que implica un rediseño integral de los núcleos de comunicación vertical de muchos edificios nuevos.

Impacto en promotores y arquitectos desde noviembre

Desde el 10 de noviembre, todos los proyectos que soliciten licencia deben ajustarse al nuevo texto normativo. Los estudios de arquitectura y los promotores afrontan ahora un proceso de adaptación que implica revisar tipologías, replantear el diseño interior y actualizar protocolos de seguridad, garantizando que los inmuebles ofrezcan el tiempo de resistencia necesario para que los ocupantes puedan evacuar de forma segura.

Un nuevo enfoque para la seguridad urbana

Las ciudades evolucionan, y con ellas deben hacerlo sus edificios. La nueva versión del CTE reconoce los riesgos que acompañan a los nuevos usos urbanos y propone soluciones estructurales, tecnológicas y funcionales para que la vivienda contemporánea siga siendo un entorno seguro. La clasificación del «uso almacén», la restricción de las escaleras abiertas y la obligación de integrar medidas avanzadas en zonas de riesgo marcan el inicio de una etapa donde la prevención no se limita al diseño, sino que forma parte activa de la gestión cotidiana de los inmuebles.